Los métodos geofísicos son imprescindibles para conocer las características del interior de la tierra, y se basan en magnitudes físicas tomadas en la superficie del terreno. El georradar (GPR por su acrónimo en inglés) es un método geofísico no invasivo muy empleado en la arqueología porque permite cubrir grandes extensiones de terreno, gracias a su rápida y fácil aplicación, así como descubrir estructuras enterradas a distintas profundidades. La técnica consiste en medir el tiempo transcurrido entre el momento en que se generan ondas de radar desde la superficie, transmitidas y reflejadas a profundidad, y recibidas y registradas de nuevo en la superficie.

La tomografía eléctrica (ERT) es el método más utilizado dentro de la prospección eléctrica. Para ello se miden las variaciones del parámetro físico de la resistividad eléctrica de los materiales del subsuelo, los cuales aportan una imagen en profundidad de las capas que presentan diferente comportamiento eléctrico. Las secciones de resistividad eléctrica obtenidas se correlacionan con la información geológica o geofísica de la zona aportando información detallada del subsuelo terrestre.