Los lóbulos temporales de 'Homo erectus' son proporcionalmente más pequeños que los de 'Homo sapiens'

El CENIEH colabora en un estudio paleoneurológico, publicado en la revista Quaternary International, sobre el cerebro de Homo erectus, en el que se analizan sus lóbulos temporales, comparándolos con los de otras especies como Homo ergaster y Homo sapiens

Emiliano Bruner, paleoneurólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), ha participado en un estudio, publicado en la revista Quaternary International, sobre la anatomía de los lóbulos temporales del cerebro de Homo erectus, en el que se establece que eran proporcionalmente más pequeños que los de los humanos modernos.

Los lóbulos temporales de Homo sapiens están relativamente más desarrollados que en otros primates, pero poco se conoce sobre su anatomía en las especies humanas extintas, debido a que se alojan en una región del cráneo muy delicada, conocida como fosa endocraneal media, que a menudo no se conserva en los individuos fósiles.

En un estudio anterior del mismo equipo, se había demostrado que el tamaño de la fosa endocraneal media puede utilizarse para deducir el volumen de los lóbulos temporales. En este nuevo estudio se han analizado tres diámetros anatómicos de fósiles de Homo erectus y Homo ergaster, y se han comparado con las medidas de 51 humanos modernos. Los resultados sugieren que las dos especies fósiles tenían lóbulos temporales proporcionalmente más reducidos que los humanos actuales.

Además, “los individuos asiáticos, Homo erectus, tenían lóbulos temporales más grandes que los individuos africanos, Homo ergaster, aunque el escaso registro fósil no permite saber si esto se debe al azar o a una diferencia paleoneurológica entre las dos especies”, señala Emiliano Bruner.

Al ser una región del cerebro involucrada en la integración de muchas funciones cognitivas, como la memoria, las emociones, el oído, las relaciones sociales y el lenguaje, es transcendental cualquier cambio en las dimensiones o proporciones de los lóbulos temporales, ya que podrían delatar variaciones en el desarrollo de sus neuronas o de sus conexiones y por ende en algunas funciones cognitivas asociadas a esta región de la corteza cerebral.

Este estudio ha sido llevado a cabo por Alannah Pearson, estudiante de doctorado de Emiliano Bruner por la Australian National University de Canberra (Australia), en colaboración con el Prof. David Polly, de la Indiana University (EE.UU.).