El CENIEH participa en un estudio sobre la Sala de las Pintura, ubicada en este complejo de cuevas situado al norte de Burgos, que confirma la visita de grupos humanos desde el Paleolítico hasta la Edad Media
Un equipo liderado por Ana Isabel Ortega Martínez, arqueóloga del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y beneficiaria de una ayuda posdoctoral a la investigación Reale Foundation, de la Fundación Atapuerca, ha publicado recientemente en la revista Archaeological and Anthropological Sciences un estudio confirmando que el arte rupestre de la Sala de las Pinturas de Ojo Guareña (Burgos), una de las cavidades más grandes del mundo con 110 km., fue frecuentado durante 12.000 años por grupos humanos.
A partir de la aplicación de la Espectrometría de Masas con Aceleradores (AMS), los investigadores han podido corroborar que los dibujos negros de la Sala de Pinturas se realizaron en la etapa final de los últimos grupos cazadores-recolectores europeos, hace alrededor de 13.000 años.
Desde esa fecha y hasta hace 1.000 años, tuvo lugar una dilatada presencia humana del espacio con al menos cinco fases, que se corresponden con diferentes momentos, que van desde los últimos cazadores-recolectores del Paleolítico Superior hasta la Alta Edad Media, pasando por el Neolítico, Calcolítico y Edad del Bronce, tres periodos vinculados al desarrollo de las primeras sociedades productoras (ganadería y agricultura) y metalúrgicas.
La datación se ha llevado a cabo a partir de pequeños fragmentos de carbón vegetal vinculados a la iluminación por el interior de la cavidad, bien a modo de teas o a modo de puntos de iluminación en el suelo, y a la realización de dibujos animales y de signos en las paredes, utilizándose el carbón como “lapicero” para dibujar.
Uso reiterado
“La evidencia de que las cuevas decoradas son espacios de uso reiterado introduce una nueva dimensión de estudio del arte paleolítico centrada en la reutilización del arte posterior a su creación”, señala Marcos García Diez, de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), coautor de este trabajo.
La visita periódica de los grupos humanos implicó la exploración espeleológica del espacio subterráneo incluso siendo necesario recurrir a técnicas de escalada, y conllevó la reutilización de símbolos con una tradición económica y simbólica posterior y diferente. Los últimos grupos llegaron incluso a cristianizar el lugar, marcando los símbolos ahora considerados paganos.
“Los registros de la presencia de diferentes grupos humanos en la Sala de las Pinturas a lo largo del tiempo plantea nuevos y viejos retos sobre el uso y la percepción del espacio. Visitas que sugieren respeto por el lugar y sus manifestaciones artísticas, símbolos que conforman en cierto modo la apropiación y transformación del paisaje subterráneo” señala Ana Isabel Ortega.
Este estudio, financiado por la Junta de Castilla y León a través de una colaboración con la Fundación Atapuerca, también ha contado con el apoyo de la Diputación Provincial de Burgos, a través de un convenio con el Grupo Espeleológico Edelweiss.