Observaciones actualistas ayudan a interpretar el comportamiento caníbal del oso de las cavernas

El CENIEH lidera un estudio experimental con aplicación arqueológica que demuestra la capacidad de los osos de las cavernas para modificar los esqueletos de sus congéneres mediante el peeling

Un estudio recientemente publicado en la revista Quaternary Science Reviews liderado por Ruth Blasco, investigadora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), arroja nuevos datos sobre las pautas de modificación ósea que tuvieron los osos de las cavernas (Ursus spelaeus) en el yacimiento paleolítico de la Cova del Toll, en Moià (Barcelona), que ayudan a interpretar su comportamiento caníbal.

El trabajo compara el registro fósil asociado a la especie Ursus spelaeus con los datos procedentes de observaciones experimentales del oso pardo (Ursus arctos) en el Pirineo, y en concreto, se centra en averiguar el origen de una modificación ósea llamada peeling y que pueden llegar a generar tanto úrsidos como humanos.

“Cuando los úrsidos consumen carcasas completas, suelen utilizar sus patas delanteras como si fueran manos presionando y flexionando las cajas torácicas de los animales hasta producir la fractura de algunas costillas y vértebras en un intento de acceder a las vísceras”, explica Ruth Blasco. Estas fracturas, conocidas en la bibliografía anglosajona como peeling, se caracterizan por dejar descamaciones superficiales y bordes óseos deshilachados similares a los que fueron identificados en los años 1990 en conjuntos faunísticos alterados por primates (humanos y chimpancés).

El hecho de que una misma modificación ósea pueda ser producida por dos agentes biológicos diferentes (humanos y úrsidos), genera un problema a la hora de interpretar tafonómicamente el registro fósil. Éste es precisamente el caso del nivel 4 de la Cova del Toll, datado en más de 50.000 años, en el que el peeling óseo ha sido identificado sobre vértebras y costillas de oso de las cavernas, junto a evidencias no sólo de la actividad producida por carnívoros, sino también aquella generada por homínidos en forma de una pequeña colección de herramientas líticas y marcas de corte sobre restos de los propios osos.

Trabajos anteriores

Para abordar esta problemática, este estudio recopila los datos actualistas que se encuentran en un trabajo liderado por Maite Arilla (Universitat Rovira i Virgili) en 2014 donde se describen las pautas de consumición de los osos pardos del Pirineo sobre un total de 17 carcasas de ungulados, y en el que el peeling fue identificado como una de las principales modificaciones en los huesos axiales (vértebras y costillas).

Además de estos datos, se recogen otros procedentes de varios trabajos donde se analizan las alteraciones óseas producidas por grupos de chimpancés en cautividad y de grupos humanos modernos como los Khoikhoi de Namibia.

 Cova del Toll (Barcelona)

Todo este conjunto de datos se ha comparado estadísticamente obteniendo resultados que permiten a los autores identificar a los osos de las cavernas como los principales responsables del peeling recuperado en los huesos de la Cova del Toll.

“Esto nos abre múltiples ventanas para interpretar el comportamiento de los osos de las cavernas, como por ejemplo, confirmar su tolerancia para hibernar con más individuos (en grupo), lo que da lugar a un escenario en el que los individuos que se despertaban podían acceder inmediatamente a los cadáveres de aquellos que no fueron capaces de superar el proceso de letargo”, señala Jordi Rosell, de la Universitat Rovira i Virgili (URV) y el Institut Catalá de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES).

Este estudio, en el que también ha participado investigadores de la Universidad de Alcalá de Henares y la Universidad Complutense de Madrid, es un ejemplo de cómo los procesos de equifinalidad están presentes en los yacimientos arqueológicos siendo un desafío a la hora de interpretar la autoría de algunas modificaciones óseas.