El CENIEH colidera un proyecto de investigación en el Lago Turkana, Kenia

Las campañas de excavación de 2022 y 2023 llevadas a cabo en la zona de Lothagam, al oeste del lago Turkana, han recuperado más de 600 fósiles de vertebrados terrestres conn diferentes cronologías que abarcan entre los dos y los siete millones de años de antigüedad

El Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), junto con un grupo multidisciplinar de investigadores de EE. UU., Kenia, y Portugal, lidera las investigaciones paleontológicas en Lothagam, un conjunto de yacimientos situados en la orilla oeste del Lago Turkana (Kenia) que en las campañas de excavación de 2022 y 2023 han recuperado más de 600 fósiles de vertebrados terrestres.

Lothagam, con una de las secuencias fosilíferas con la cronología más extensa del continente africano, aporta información clave sobre la fauna y el paleoambiente del este de África desde el Mioceno superior, hace unos siete millones de años, hasta el Pleistoceno inferior, hace unos 2 millones de años.

Ignacio A. Lazagabaster, investigador Ramón y Cajal del programa de Paleobiología del CENIEH, codirige, junto con John Rowan, del Departamento de Antropología de la Universidad de Albany (EE. UU.), este proyecto de investigación financiado por el Turkana Basin Institute (Kenia), cuyo principal objetivo es reconstruir la evolución de los ecosistemas en el este de África en un período clave para entender los primeros pasos del linaje humano.

“El Mioceno tardío es un período poco representado en África, por lo que prácticamente no sabemos nada sobre evolución humana en sus primeros compases, cerca de la separación con el linaje de los chimpancés hace unos siete millones de años”, explica Ignacio Lazagabaster. “Lothagam nos abre una ventana a este período tan importante, ayudándonos a comprender como eran los ecosistemas y los paisajes en ese tiempo”, añade.

Paisaje marciano

Desde un punto de vista geológico, Lothagam es uno de los lugares más espectaculares del lado oeste del lago Turkana, conocido por sus distintivos lechos de sedimentos rojizos. Debido a las actividades tectónicas en la cuenca durante millones de años, los lechos se han inclinado, deformado y erosionado. Algunos de los sedimentos ricos en hierro han sido cincelados lentamente por la lluvia, dejando barrancos y desfiladeros sinuosos. 

La combinación de estratos blancos, rojos, y violetas, y los basaltos negros, conforman un paisaje único que recuerdan a la superficie de Marte. “Debido a la falta de vegetación y sombra, un día de trabajo típico en Lothagam es muy desafiante, con temperaturas altas que alcanzan los 40 ℃. Los fósiles encontrados, sin embargo, hacen que la experiencia merezca la pena”, señala Ignacio Lazagabaster

Además, en Lothagam existen yacimientos arqueológicos del Holoceno donde se han encontrado miles de restos arqueológicos de entre 9.000 y 7.000 años de antigüedad, destacando los arpones tallados en hueso y el North Pillar Site, un conjunto de piedras alineadas en una formación reminiscente al Stonehenge británico.

Excavaciones desde 1970

Numerosas expediciones paleontológicas en Lothagam en los años 1970 y sobre todo en los años 1990, recuperaron una gran cantidad de fósiles del Plioceno y el Mioceno, incluyendo esqueletos y cráneos parciales de primates, carnívoros, tortugas, hipopótamos, suidos, y elefantes, así como de gasterópodos, crustáceos, plantas, y aves.

Aunque se hallaron restos aislados de homininos antiguos en varios estratos, se ha interpretado clásicamente que la escasez de restos humanos pudo deberse a características ambientales poco favorables para los homínidos en Lothagam. Sin embargo, estos depósitos no han sido sistemáticamente prospectados en los últimos 30 años. Ahora, los investigadores esperan encontrar indicios sobre nuestros antepasados más antiguos. 

“Aunque el proyecto lleva solo dos años en marcha, promete muchas sorpresas. Lothagam es un yacimiento muy especial por la secuencia tan larga tiempo que recogen los sedimentos en un mismo lugar. Literalmente puedes andar un par de kilómetros en sentido este-oeste y recorrer varios millones de años de evolución en el éste de África”, concluye Ignacio Lazagabaster.