Antes de este descubrimiento en la Garganta de Olduvai (Tanzania), en el que participa el CENIEH, se consideraba que los homininos fabricaban instrumentos óseos solo de manera anecdótica. Esta práctica pudo tener impacto en el desarrollo de patrones cognitivos más complejos y la estandarización de una nueva serie de comportamientos entre los primeros humanos

Alfonso Benito Calvo, investigador del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) forma parte de un equipo internacional liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que acaba de publicar en la revista Nature, un artículo sobre la Garganta de Olduvai (Tanzania), que revela que la producción de herramientas de hueso hace 1,5 millones de años fue metódica y sistematizada.
Esta investigación supone un hito de la arqueología de los orígenes humanos, pues antes de descubrir este conjunto de herramientas óseas en las excavaciones del yacimiento T69 Complex de Olduvai, se consideraba que la fabricación de este tipo de instrumentos era prácticamente desconocida entre nuestros antepasados más remotos.
“Este descubrimiento nos hace suponer que los primeros humanos ampliaron de manera significativa sus opciones tecnológicas, que hasta ese momento estaban limitadas a la producción de útiles de piedra y a su vez, esta indica avances en las capacidades cognitivas y las estructuras mentales de estos homininos (homínidos con locomoción bípeda), que supieron incorporar innovaciones técnicas al adaptar sus conocimientos sobre el trabajo de la piedra a la manipulación de restos óseos”, explica Ignacio De la Torre, investigador del CSIC en el Instituto de Historia y codirector de la excavación.
El geólogo del CENIEH Alfonso Benito Calvo, ha sido el responsable del análisis geológico del yacimiento, cartografiando y analizando cada capa de sedimentos, además de aplicar diversos tratamientos estadísticos para descifrar los procesos que favorecieron la acumulación y preservación de un conjunto arqueológico tan abundante y espectacular.
“El yacimiento se formó en la margen este del paleolago de Olduvai, donde fuertes lluvias provocaron una riada que inundó la llanura junto al lago. Cuando las aguas de esta inundación perdieron velocidad, se produjo la sedimentación de la carga en suspensión que transportaban, dejando enterrado todo el conjunto arqueológico”, comenta Alfonso Benito.
Herramientas de piedra, la clave de una evolución
En África oriental se encuentra las evidencias más antiguas del uso de herramientas por parte de los primeros ancestros del género Homo. La más famosa es la cultura olduvayense, denominada así por los artefactos encontrados en la Garganta de Olduvai. El Olduvayense existió entre hace 2,5 y 1,5 millones de años. Esta tecnología, relativamente simple, dio lugar hace unos 1,7 millones de años a una nueva cultura: el Achelense (que duró hasta hace 150.000 años). Hasta este descubrimiento, la transición de la cultura olduvayense a la achelense se conocía casi exclusivamente a través de los artefactos de piedra.
“Nuestro descubrimiento indica que, a partir de inicios del Achelense, periodo en el que se formó el yacimiento de T69 Complex de la Garganta del Olduvai y en el que es evidente que los humanos ya tenían un acceso primario a recursos cárnicos, los animales no eran ya solo una fuente de peligro, de competición o de proteínas, sino también una fuente de materias primas con las que fabricar herramientas”, señala De la Torre.
Los resultados de este estudio demuestran que, durante la transición de la tecnología olduvayense a la achelense, los homínidos de África Oriental desarrollaron una innovación cultural que implicó la transferencia y adaptación de las habilidades de talla desde la piedra al hueso. “Al producir herramientas óseas tecnológica y morfológicamente estandarizadas, los primeros talladores achelenses desarrollaron repertorios tecnológicos que antes se pensaba que habían aparecido de forma rutinaria hace más de 1 millón de años”, indica De la Torre. “Esta innovación pudo haber tenido un impacto significativo en el potencial conductual y adaptativo de los primeros humanos, incluyendo mejoras en sus capacidades cognitivas, desarrollo tecnológico y en la adquisición de materias primas”, añade.
El proyecto OGAP
El Proyecto Arqueológico en la Garganta de Olduvai (OGAP, siglas en inglés de Olduvai Gorge Archaeology Project) está dirigido por Ignacio de la Torre (investigador del Instituto de Historia y responsable del Laboratorio de Arqueología del Pleistoceno, CSIC) y Jackson Njau (Indiana University, EEUU), y cuenta con colaboradores de varias instituciones en España, entre las que se encuentra el CENIEH (además UAB e ICREA) y de otros países (Reino Unido, Francia, Alemania, EEUU, Canadá y Tanzania).
Desde 2010, OGAP ha organizado 19 campañas de excavación en Olduvai, muchas de ellas investigando la transición entre el Olduvayense y el Achelense, transición que está vinculada en buena medida al estudio de Homo habilis y su sucesor evolutivo, Homo erectus. Entre los años 2015 y 2022, buena parte de sus esfuerzos se dedicaron precisamente a las excavaciones en el T69 Complex y al descubrimiento, restauración y análisis de las herramientas de hueso publicadas en Nature.
La envergadura e intensidad de los trabajos de campo de OGAP ha sido posible gracias a dos subvenciones del European Research Council concedidas a De la Torre, ORACEAF (Starting Grants, 2012-2016) y BICAEHFID (Advanced Grants, 2019-2026); y, sobre todo, gracias al apoyo de las autoridades tanzanas y los colaboradores locales, especialmente las comunidades masáis del entorno de Olduvai, que trabajan estrechamente con los investigadores de OGAP en el descubrimiento y estudio de los tesoros paleoantropológicos de la Garganta de Olduvai, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.