Esta investigación ayudará a comprender la evolución completa de los ríos del interior peninsular, desde sus inicios, y sus relaciones con los cambios climáticos cuaternarios, lo que permitirá modelizar su evolución y reconstruir los paisajes que habitaron los homínidos en el Cuaternario
Geólogos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) han participado en un artículo recientemente publicado en la revista Global and Planetary Change en el que se estudia uno de los paradigmas de la geomorfología de la península ibérica: el origen y la cronología de los primeros valles cuaternarios, mediante la reconstrucción de las primeras redes de drenaje al norte de la depresión del río Tajo.
Este trabajo ayudará a comprender la evolución completa de los ríos del interior peninsular, desde sus inicios, y sus relaciones con los cambios climáticos cuaternarios, lo que permitirá modelizar su evolución y reconstruir los paisajes que habitaron los homínidos en el Cuaternario.
En el valle del río Jarama (Madrid) se han encontrado las terrazas fluviales más antiguas, con más de dos millones de años, relacionadas con la implantación de los primeros valles que drenaban al océano, coincidiendo con las primeras glaciaciones cuaternarias, conocidas como Biber.
Se han combinado datos geomorfológicos con dataciones numéricas por isótopos cosmogénicos y secuencias magnetoestratigráficas para investigar la transición en la cuenca del Tajo, desde que era una cuenca sedimentaria cerrada, hasta que se abrió al Océano Atlántico y se empezaron a formar los valles del Tajo y sus principales afluentes.
“Esta transición se produjo hace 6,4 millones de años, fecha en la que se produjeron los depósitos superiores de la cuenca, y momento a partir del cual la cuenca se abre por erosión hacia el océano”, explica el geólogo Alfonso Benito Calvo, responsable de la línea de investigación de Geomorfología y procesos de formación del CENIEH.
Colaboración europea
Distintos centros y laboratorios europeos, encabezados por el Archaeological Research Centre and Museum for Human Behavioural (MONREPOS) en Alemania, han participado en este trabajo, entre los que se encuentran, además del CENIEH , el Centre Européen de Recherche et d’Enseignement de Géosciences de l’Environnement (CEREGE) en Francia, el Scottish Universities Research and Reactor Centre (SUERC) en Reino Unido, y el el Instituto de Evolución en África (IDEA) en España.