Un estudio tafonómico de los conjuntos faunísticos del yacimiento catalán del Molí del Salt permite valorar el reflejo de los cambios ecológicos en la dieta humana hace entre 15.000 y 8.000 años
La investigadora en Tafonomía Ruth Blasco, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), ha participado en un estudio publicado recientemente en la revista Historical Biology que explora la relación entre los factores medioambientales y el cambio en la selección de recursos animales en la cuenca mediterránea, a finales del Pleistoceno, utilizando como ejemplo el yacimiento arqueológico del Molí del Salt (Tarragona), ubicado cronológicamente entre los 15.000 y 8.000 años de antigüedad.
Al final del Pleistoceno algunos conjuntos arqueológicos, especialmente aquellos situados en la cuenca mediterránea, muestran un cambio en las estrategias de subsistencia humanas con la reorientación en la explotación de presas hacia los animales pequeños, como por ejemplo los conejos. Los motivos que incentivaron este cambio han sido durante años objeto de debate llevando finalmente a plantear una concatenación de factores en los que la ecología parece tener un peso importante.
“Un posible escenario que podría explicar estas variaciones en la dieta humana se vincula a la presión ambiental, la cual sugiere que los cambios climáticos acontecidos a finales del Pleistoceno dieron lugar a cambios ecológicos que afectaron a las comunidades de grandes mamíferos en Eurasia, reduciendo su población o incluso haciéndolas desaparecer”, apunta Ruth Blasco.
Cambios climáticos dieron lugar a cambios ecológicos que afectaron a las comunidades de grandes mamíferos en Eurasia
Los niveles arqueológicos del Molí del Salt se enmarcan dentro de este proceso. Su secuencia estratigráfica comienza en un momento en el que buena parte de la megafauna que había habitado Europa comienza a desaparecer de las regiones meridionales. “Esta situación provocaría que las poblaciones humanas reorientaran sus estrategias hacia otros recursos disponibles en el entorno”, comenta la investigadora del CENIEH.
Las especies capaces de adaptarse con mayor facilidad a las nuevas circunstancias medioambientales serían aquellas más versátiles y que presentasen una mayor plasticidad ecológica. Los animales de talla media y pequeña, como el ciervo y/o los lagomorfos, entrarían dentro de esta categoría. En concreto, los lepóridos fueron especialmente abundantes en el Levante peninsular, por lo que los humanos verían en ellos un recurso potencial y altamente aprovechable, que además presentaba elevadas tasas de reproducción que harían de su explotación una estrategia sostenible.
Aparte de las cuestiones ambientales, el estudio que ha sido liderado por Anna Rufà del Institut català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) también resalta que existen otros factores que pudieron marcar cambios no sólo en este periodo de final del Pleistoceno, sino en momentos anteriores. Variables ocupacionales, territoriales, utilitarias, organizativas, grupales, y en definitiva, factores socio-culturales, podrían haber influido también en la presencia de pequeñas presas (y de otras especies) en yacimientos arqueológicos con independencia del marco temporal.