No hay pruebas de que 'Homo naledi' tuviera comportamientos cognitivamente avanzados

El CENIEH lidera el equipo de investigación que considera que las pruebas presentadas hasta el momento no son lo suficientemente convincentes para apoyar el enterramiento deliberado de los muertos por parte de Homo naledi ni que realizara arte rupestre enla cueva sudafricana de Rising Star

Tres artículos publicados este año en la revista eLife afirmaban que Homo naledi, un homínido de cerebro pequeño que vivió hace entre 241 000 y 335 000 años, recuperado en la cueva de Rising Star (Sudáfrica), enterraba a sus muertos y producía arte rupestre. Estas afirmaciones han llevado a un grupo de expertos especializados en antropología biológica, arqueología, geocronología y arte rupestre que lidera el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), a publicar un artículo en la revista Journal of Human Evolution donde profundizan en la evidencia científica que hay en realidad tras los hallazgos de Rising Star.

María Martinón-Torres, directora del CENIEH, Michael Petraglia, del Australian Research Centre for Human Evolution de la Universidad de Griffith, Diego Gárate, de la Universidad de Cantabria, Andy I.R. Herries, de la Universidad La Trobe de Melbourne, son los coautores de este artículo que recoge la primera crítica oficial a las afirmaciones del investigador Lee Berger (Universidad de Witwatersrand) y su equipo.

Según Berger y sus colaboradores, la excavación en el sistema de cuevas de Rising Star habría aportado pruebas de al menos tres elementos funerarios, dos en la llamada Dinaledi Chamber y un tercero en la cavidad de Hill Antechamber. Para ellos, estos hallazgos representan las primeras pruebas de enterramiento deliberado por parte de una especie de homínido. Además, afirman que Homo naledi utilizó fuego para iluminar los pasadizos oscuros de la cueva y así transportar los cadáveres de al menos tres individuos a las profundidades del sistema, donde cavó las fosas, depositó los cadáveres y los cubrió después con sedimentos. 

En la cavidad de Hill Antechamber, y muy cerca de la mano de uno de los homínidos enterrados, se encontró una herramienta de piedra que, según Lee Berger y su equipo, podría haber sido utilizada para realizar los grabados en forma de rayas cruzadas y formas geométricas, como cuadrados, triángulos o cruces que se han descubierto en este sistema de cuevas.

Sin pruebas convincentes

El equipo de investigadores, liderado por el CENIEH, considera en su crítica en la revista JHE que las pruebas presentadas hasta el momento no son lo suficientemente convincentes como para apoyar el enterramiento deliberado de los muertos por parte de Homo naledi, ni para demostrar que haya realizado los supuestos grabados.

Como explica María Martinón-Torres, “necesitamos más documentación y análisis científicos sustanciales antes de poder descartar que los agentes naturales y los procesos postdeposicionales hayan sido responsables de la acumulación de cuerpos o partes de cuerpos, así como para probar la excavación y relleno deliberado de fosas por parte de Homo naledi. Además, Michael Petraglia añade que “desafortunadamente, existe una clara posibilidad de que el supuesto artefacto de piedra situado junto a la mano del homínido sea un geofacto y no un producto de talla de herramientas de piedra por parte de Homo naledi”. 

Andy I.R. Herries señala que “no hay pruebas de que Homo naledi controlara el fuego y, desafortunadamente, los lugares de estas posibles combustiones siguen sin datar, y bien podría tratarse de fuegos naturales, nada infrecuentes en las cuevas». Por su parte, Diego Gárate considera que “también se necesitan análisis detallados para demostrar que los llamados ‘grabados’ son realmente marcas hechas por humanos, ya que marcas como estas pueden producirse como producto de la meteorización natural de la roca o de las garras de los animales”.

El artículo publicado en la revista JHE también ofrece una perspectiva concisa sobre el estado de la cuestión en lo que respecta a la importancia de una comunicación social responsable y los retos que plantean los nuevos modelos de publicación científica.