El arqueólogo Manuel Santonja, responsable del programa de Arqueología-Espacial y Económica del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, CENIEH, acaba de publicar un artículo en la revista Quaternary International sobre las características de la industria obtenida en Thiongo Korongo (TK), durante las campañas de excavación 2010 a 2012, en el que propone una nueva interpretación estratigráfica, arqueológica y paleoambiental de este yacimiento tanzano.
Situado en la unidad estratigráfica II de la garganta de Olduvai y con una edad aproximada de 1,3 millones de años, este yacimiento alcanzó notoriedad a partir de las excavaciones realizadas en 1963 por la antropóloga Mary Leaky. Entonces se diferenciaron dos niveles principales de ocupación, uno superior y otro inferior, que fueron atribuidos por esta célebre investigadora británica respectivamente a las industrias Olduvayense y Achelense, aportando así una referencia clave al debate sobre la coexistencia de ambas tradiciones industriales en esta región africana.
Sin embargo, como explica Manuel Santonja, la interpretación de la estratigrafía de TK no fue totalmente acertada. “De acuerdo con nuestros resultados, en la excavación realizada por Mary Leakey se identificó como ocupación superior (TKUF) un nivel estratigráfico que en realidad correspondía a la ocupación inferior (TKLF), invalidando la capacidad de las series industriales formadas en ese momento para analizar las diferencias entre ambas ocupaciones, ya que una de ellas, la correspondiente a la ocupación superior, reúne en realidad materiales de las dos”.
La industria estudiada por el equipo del CENIEH procede en su totalidad de la ocupación inferior y corresponde al tecnocomplejo achelense. Como elementos característicos incluye grandes bifaces de cuarcita con tamaños frecuentemente superiores a 25 cm. La talla de estos grandes utensilios y la producción de lascas a partir de núcleos constituyen en TK procesos determinados por una gestión diferenciada de las materias primas.
El conjunto instrumental documentado en TK fue elaborado allí mismo y destinado a un uso inmediato, después del cual fue abandonado en el propio yacimiento. En contra de hipótesis que defienden una ocupación uniforme del paisaje africano en el Pleistoceno inferior, TK permite identificar un área de actividad donde la elaboración y consumo del utillaje producido fue intensa. El fácil acceso a parte de las rocas talladas y la disponibilidad de los recursos en cuya obtención se empleó el instrumental aportan claves para entender el uso intensivo de la zona.
Un proyecto internacional
Este artículo titulado “Technological strategies and the economy of raw materials in the TK (Thiongo Korongo) lower occupation, Bed II, Olduvai Gorge, Tanzania” es fruto de las tres campañas de excavación llevadas a cabo por parte del equipo del CENIEH, de 2010 a 2012.
Pero, los trabajos en TK prosiguen en la actualidad como parte del proyecto internacional “The Olduvai Paleoanthropological and Paleoecological Project”, codirigido por Manuel Domínguez-Rodrigo, de la Universidad Complutense de Madrid; Audax Mabulla, de la Universidad de Dar es Salam, Enrique Baquedano, del Museo Arqueológico Regional de Madrid, y Henry Bunn, de la Universidad de Wisconsin-Madison).
“Continuamos trabajando con intención de obtener una muestra industrial representativa del nivel superior, completar el estudio tafonómico de ambos niveles, realizar un programa experimental sobre el uso de los bifaces, así como realizar analíticas de residuos orgánicos, todo ello con el fin de llegar a comprender mejor las actividades realizadas y la implantación del yacimiento en el paleopaisaje”, concluye Manuel Santonja.